miércoles, 30 de enero de 2013

Los Lakers tendrían que ganar casi dos de cada tres partidos para entrar en Playoffs


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Cuando Los Ángeles Lakers anunciaron, allá en el verano de 2012, que Steve Nash y Dwight Howard compartirían vestuario y cancha con Kobe Bryant y Pau Gasol, pocos, muy pocos, pensaban que a estas alturas estaríamos barajando la posibilidad, cada día más real, de que la franquicia de dorado y púrpura no se clasifique para los Playoffs de la NBA, lo cual significa un absoluto fracaso para una de las entidades más importantes del deporte estadounidense.

A día de hoy nos encontramos a unos Lakers situados en el décimo lugar de la Conferencia Oeste, por debajo de los Portland Trail Blazers y de los Houston Rockets, novenos y octavos respectivamente, y a varias victorias de distancia. Así pues, tras sólo 19 victorias en la temporada regular y con más sombras que luces en el juego del equipo, las dudas abundan sobre la clasificación para los Playoffs del equipo angelino.

Si echamos la mirada atrás (obviamos la temporada 2011/2012 por el lockout), en las últimas cuatro temporadas la media de victorias para entrar en las eliminatorias por el título alcanzan la nada desdeñable cifra de 51'15. Este número de victorias queda muy lejos de las 19 que tienen ahora mismo los Lakers, quedando sólo 38 encuentros por disputarse.

No obstante, atendamos a la media de victorias mínimas que desde la temporada 2007/2008 se han producido en la temporada regular, que se encuentra en 43'50 (media del número mínimo de partidos ganados conseguidos por los equipos clasificados en octavo lugar en ambas conferencias desde la temporada 2010/2011 hasta la 2007/2008). Usando dicha cifra como objetivo primordial y absolutamente mínimo para clasificarse para los Playoffs, los Lakers tendrían que ganar, de aquí hasta abril, alrededor del 65% de los partidos que restan

Recordamos que el número de 43'50 es simplemente una media, y que no tiene por qué asegurar una clasificación para las eliminatorias. Por ejemplo, en la temporada 2010/2011, los Memphis Grizzlies de Marc Gasol entraron alcanzando las 46 victorias. Sin embargo, los Indiana Pacers lo hicieron con 37. Ambos en el octavo puesto de su conferencia.

En los últimos años, además, ha sido más difícil alcanzar los Playoffs en la Conferencia Oeste, y la tendencia que venimos observando esta temporada camina por la misma senda. Los Rockets, octavos clasificados en el Far West, tienen 25 victorias mientras que los Celtics ocupan la misma plaza en el este con 21, cuatro victorias menos.

Causas de un ¿declive?

Algunos se inclinan por la mala defensa, otros por el nulo efecto de Mike D'Antoni. Muchos critican la poca solidaridad de Kobe Bryant en ataque y otros tantos la escasa dureza de Pau Gasol. Al no existir una clara causa que nos diga por qué los Lakers se encuentran sumidos en este bache, seguramente debamos atender a un compendio basado, sobre todo, en una pésima planificación deportiva.

La regeneración que muchos piden se hace inviable si uno entiende el modelo NBA y el trato que tienen las franquicias hacia sus estrellas. Los mejores ejemplos, y más recientes, son Tim Duncan y Kevin Garnett, que a pesar de su veteranía y la reducción de sus números, continúan siendo claves en sus equipos y, además, renovados hace muy poco. El respeto hacia las figuras, las personas y los mitos es mucho más grande en Estados Unidos, y particularmente en la NBA, que en otros lugares del mundo.

Así pues, parece claro que los Lakers se resisten a plantar una nueva hornada de jugadores mientras Kobe Bryant pueda seguir siendo decisivo. Para aprovechar sus últimos retazos, la franquicia decidió rodearle de jugadores de más nivel que los que el año pasado dejaron a los de oro y púrpura a las puertas de cotas más altas tras la temporada regular. Nash y Howard eran la punta de la lanza, de cuya calidad nadie duda a estas alturas. ¿Está el problema en el banquillo?

Seguramente. Mike Brown recibía el testigo de Phil Jackson, una tarea difícil, una auténtica papeleta y una oportunidad para afianzarse en la liga. No obstante, decidió vivir en torno a una idea de juego, alejando a Gasol de la canasta, entre otras situaciones tácticas. No varió y acabó pagándolo. Tras su destitución, LeBron James, que entrenó con él en Cleveland, declaró que le parecía injusto por las circunstancias deportivas que había vivido el coach en Los Ángeles. 

Al inicio de la temporada, Brown era despedido y, en su lugar, los Lakers contrataban a Mike D'Antoni, el experto del run and gun, que se reencontraba con Steve Nash. Pero, por desgracia para la franquicia de oro y púrpura, tampoco ha funcionado de momento.

Probablemente, la causa principal, consecuencia de la mala gestión en pretemporada, sea haber unido a varios jugadores en declive en el vestuario. Kobe Bryant ya no es el de hace años, ni tampoco Steve Nash. Pau Gasol, aunque duela en España, está lento de movimientos, alejado de la canasta y bastante desmotivado ante su nuevo rol de suplente. Y Dwight Howard lleva año y medio lastrado por su espalda. Desde luego, no son las condiciones deportivas óptimas para que un equipo pueda luchar los Playoffs.

Quedan 38 partidos, de los cuales los Lakers tienen que ganar en torno al 65%, casi dos de cada tres partidos. ¿Están capacitados? Recordemos que, hasta hoy, la franquicia angelina lleva un porcentaje de victorias inferior al 50%. Parece un cambio demasiado radical. Estaremos observando.


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